Un cambio significativo en el poder regulatorio de agencias federales hacia el poder judicial se ha desarrollado a raíz de la revocación por parte de la Corte Suprema de la decisión Chevron contra el Consejo de Recursos Naturales de 1984. El reciente fallo en Loper Bright Enterprises contra Raimondo marca un cambio trascendental, que potencialmente altera el panorama de la salud, la seguridad y el bienestar económico de Estados Unidos.
Aunque no es tan impactante de inmediato como el caso histórico que desafió a Roe v. Wade, los efectos de Loper Bright podrían ser profundos. La corte ha dictado fallos que limitan la autoridad de las agencias federales en varios sectores, incluidas las áreas financiera y ambiental. En un ejemplo reciente, la Corte Suprema redujo las capacidades de ejecución de la Comisión de Valores y Bolsa (SEC) y se opuso a un estándar significativo de emisiones de la EPA.
Bajo la deferencia Chevron previamente establecida, las agencias tenían la facultad de interpretar e implementar leyes del Congreso en función de su comprensión especializada, asegurando aire y agua limpios, así como medicamentos seguros y efectivos y mercados financieros seguros. Sin embargo, ahora la Corte Suprema se ha lanzado al frente, asumiendo el papel de intérprete final de dichas leyes.
Anteriormente, los tribunales generalmente cedían ante la experiencia de una agencia si proporcionaba interpretaciones razonables de directivas legislativas vagas relacionadas con protecciones ambientales o seguridad laboral. Por el contrario, la nueva postura de la Corte Suprema indica un movimiento hacia la evaluación independiente del significado e implicaciones de mandatos legislativos, sin necesariamente deferir a las percepciones de agencias especializadas. Este desarrollo sugiere una transformación fundamental en la forma en que se ejerce el poder regulatorio y un cambio en el equilibrio entre la intención legislativa y la interpretación judicial.